REFLEXIÓN

jueves, 17 de julio de 2008

Periodista-Etnógrafo


El “Estar allí”, es el gran paradigma dentro de la antropología. Según Geertz, el trabajo del etnógrafo debe demostrar un encuentro con el otro, transmitiéndonos esa sensación de que han estado en cierto lugar, en observación de algo y sintiendo de determinada manera; deben convencernos de que la permanencia en el lugar, la observación en el mismo, y el posterior sentimiento, serían los mismos de haber estado nosotros allí.

Una gran distancia se establece: el antropólogo trabaja sobre una cierta zona y la relación con sus pares, que han trabajado en el mismo lugar, parece tener el mismo criterio de observación. La lejanía se hace cercana cuando hay posibilidad de comprobación; no es frecuente desmentir lo que alguien no tan informado ha dicho. Caso contrario sucede con el trabajo del periodista, el pacto establecido entre pares difiere por lo que, las ideologías que manipulan su trabajo, “deben contar” sobre un hecho. La verdad es repartida, en tanto hayan diversos observadores manipulados por el interés; existe un hecho concreto, pero las caras de la información son varias.

Textos antropológicos, por un lado, que le dan suma importancia al autor, a la voz del “quién habla” y que, para ser buenos, deben carecer de pretensiones-intereses. Trabajos periodísticos, por otro lado, que son funcionales al interés de un grupo determinado y que, para hacer aún más creíble la situación de “haber estado allí”, importa demasiado la elegancia conceptual a utilizar.

¿Cumplir una función, como la del autor, o una actividad, como la del escritor? En fin, modelos que apuntan a profesiones diferentes, pero que concluyen en una ciencia social única. Una ciencia social que asume las distancias entre profesiones, discursos literarios, campos de trabajo, pero que no está preparada para “comprender” (entendida como la búsqueda de la versomilitud, objetividad).

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