Crónica - BAFICI

sábado, 10 de mayo de 2008

VIAJE DE SENSACIONES

Hacían unas semanas que estas siglas venían resonando en mi cabeza. BAFICI apocope correspondiente al Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Un poco lago para denominarlo todo el tiempo de ese modo, aunque se torna muy glamoroso cuando contas que tu salida del fin de semana fue al “BAFICI”; nombrándolo con toda la firmeza y como si fuéramos de una corriente vanguardista que hace cosas fuera de lo común. Cabe aclarar que no todos interpretan el sentidos de estas tres sílabas y, mirándote con cara de ¿qué me está diciendo?, sabes que la explicación es lo inmediato a esa expresión tan desorbitante.

Para delimitar certeramente de qué se trata este festival, me gustaría contarles que el BAFICI nació hace diez años como un espacio fundamental de promoción para la producción de cine independiente. A lo largo de los años, se fue consolidando como uno de los eventos más importantes del mundo y, como el más grande y prestigioso de Latinoamérica. Así integrando diversas expresiones del ámbito cultural y, en donde se posibilita la reunión de polos ubicados en diferentes planos: directores ya consagrados y nuevos e incipientes talentos.

Este año se cumplió la décima edición del BAFICI que transcurrió en el lapso del ocho al veinte de abril. Trece días a puro cine, proyecciones al aire libre, música por las noches, seminarios, presentaciones de libros e infaltables charlas acerca de las películas emitidas.


Domingo -13 de Abril

Recuerdo que amanecía un domingo con una extraña sensación de frío. Parecería que la calidez del verano o, por lo menos, de las altas y medianas temperaturas, llegarían a su fin. El día anteponía dureza, el frío había llegado esa mañana para quedarse y, la lluvia no se hacía esperar.
Decidí que era un día propicio para ir a ver una película. Fui en busca del cronograma que había retirado el martes anterior en el Abasto y, ahí me fijé el horario y la sede que más me iba convenir.
La película seleccionada fue “Wellnes” (dirigida por Jake Mahaffy) que se iba a proyectar en el Centro Cultural Recoleta a las 16:45 hs. En la sinopsis remarcaba que era una comedia, aunque no le di mucha importancia ya que era a la única función que podía asistir en ese día.
Una vez en el lugar, saqué mi entrada correspondiente para la función (por ser estudiante universitaria me salió cuatro pesos, sino el valor general es de seis pesos) y, como todavía quedaba tiempo para que empezara, recorrí una parte del Centro Cultural donde habían diferentes exposiciones. Una de ellas fue la de Olga Autunno, quien tuvo la gentileza de entregarme un cuadernillo que hablaba de sus trabajos hechos con diversas técnicas y en donde su eje principal giraba en torno de la Identidad (rastros-marcas-huellas).
Luego de presenciar su exposición de imágenes, subí e hice la fila correspondiente para poder entrar al microcine. En realidad mucha gente no había, tenía una persona delante de mí y, luego se fue formando una fila más extensa. El ambiente era muy apaciguado y la gente oscilaba entre un aspecto freak y personas de barrio, como una señora que llevaba consigo una bolsa con productos de limpieza.
Pasada la hora y media, el film había finalizado. Lo primero que había sacado de conclusión
e
s que nada tenía que ver con una comedia. Una historia triste, muy mal filmada, de un hombre que no encuentra el eje de su vida. Sólo se reparaba en su frase expuesta “Tengo que triunfar” y, a costa de eso, se deja denigrar por una empresa que lo hace promover una píldora denominada “Wellnes” (supuestamente para el bienestar de la salud). Lo que él no sabe es que todo es una gran mentira, y trata de sacar ese proyecto adelante a través de falsas ilusiones y sin la nada misma. Muestra la crudeza del ser humano y como tiene que pasar un tendido invierno solitario, sin un centavo y lejos de su mujer.

Rastros, huellas y marcas que solo quedaran en el camino, sin una consolidación de identidad y, el saber que su objetivo de triunfar quedó trunco. El apostar todo sin recibir nada a cambio. Como él mismo evocó “Las etiquetas son solo para los que viajan”.


No quería que todo mi entusiasmo en torno al festival se derrumbase por una película. Mi sensación, después de ella, había quedado como el día. Todo confluía: domingo, para mi no hay nada peor que ese día de la semana, nublado, fresco, lluvioso y, más aún, una película triste que muestre la soledad de una persona y como nada le sale bien.

Martes - 15 de Abril

Decidí que el martes, al salir de la facultad, iría al Abasto en busca de otro camino. Después del teórico de comunicación, a las 13 hs, me dirigí al Hoyts de dicho lugar. La película que más se aproximaba la daban a las 13:45 hs y ya encontraba algo en el título que me perturbaba, algo me decía: “Cycling Chronicles: Landscapes the boy saw” (Crónicas en Bicicleta: Paisajes que vio el chico).
Las butacas no estaban numeradas, así que rápidamente me ubiqué donde creía correspondiente. El ambiente era más intelectual y de un nivel muy elevado; bastaba con girar la cabeza para observar el comportamiento de mis pares, sus vestimentas y su acento internacional. Todo era muy prolijo y se notaba que la organización del festival pasaba por la sede del Abasto.
Apenas unos minutos dentro de la sala, una chica anunció por micrófono que Koji Wakamatsu (director del film) estaba en el país, pero debido a que es un hombre mayor no iba a poder estar en la presentación de su película. Mucho no modificaba mi situación, porque no sabía que eso iba a suceder, así que espere con ansias que de una buena vez comience la función.
La primera imagen ya me había cautivado, una bicicleta en la inmensidad de la costa de Tohoku y el sonido del mar de fondo. Un protagonista, japonés de 17 años, que arriba de su bicicleta trata de escapar, huir de la multitud.

Los paisajes mostraban el escenario más fuerte de la película y, en torno a él, el paso del crudo invierno con el chico en su bicicleta. Montañas repletas de nieve, túneles, caminos infinitos y un clima muy tenso.
Narrada a través de pensamientos esporádicos que él transmitía, fragmentos de canciones como soporte sonoro, chicos que leen una noticia del diario (que delimita el por qué de sus actos), encuentro con un hombre que le habla de la guerra (la importancia de la juventud y
que antes solo se vivía y moría por su nación, sin importar la vida del resto, es por eso que lo aconsejaba que siga su trayecto en bicicleta y que disfrute de su plena juventud, sin hacerle daño al resto) y una señora que en medio de la nieve le pide ayuda porque se había torcido el pie.
Igualmente lo más importante de la narración se crea con lo que no se dice verbalmente o, mejor dicho, con lo que se dice pero a través de otro lenguaje: la imagen.
Desde un principio se sabe que este chico había matado a su madre, aunque nunca fue mostrado a través de actos. Será por eso que se entendían mucho más esos silencios, que hablaban por sí solos. Esas caras tan expresivas del protagonista, agitaciones por querer sobrepasar el tiempo y los espacios con su bicicleta y, pensamientos que se traducían a “yo corro porque quiero correr” - “no tengo un lugar para quedarme”
Una mente que lejos transitaba por la cordura y, la cual, solo recurría a la invasión de imágenes con lo que respecta a la figura de su madre y el ambiente en donde llevó a cabo el crimen.
Todo en torno a la velocidad, al tiempo, al querer correr, al querer escapar. Multiplicidad de caminos que se le anteponían, pero ninguno que lo conducía a un lugar concreto. El no saber
a dónde ir y el remordimiento que hacía que ni una sola palabra pudiese emitir de su propia boca, pero si toda la furia que llevaba dentro.
Un grito final de desahogo y el desprendimiento de la bicicleta, como único objeto de arraigo. La lanza a través de un precipicio, con un grito tal, que ya no lo haría cambiar su presente. El crimen existió y lo ocurrido quedará grabado por siempre en su memoria, no habrá camino, ni vehículo que lo conduzca hacia el olvido de lo que en algún momento realizó.
Las circunstancias que lo llevaron a realizar dicho acto, nunca fueron expuestas en el film, solo quedo la sensación de desvinculación total de espacio-tiempo.

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